Leyenda
de las CATARATAS DEL IGUAZÚ
(Versión de Brasil)
Cuenta la leyenda, que hace incontables años, habitaba el Río Iguazú una
enorme y monstruosa serpiente cuyo nombre era Mbóy.
Y cuentan también que los guaraníes de una tribu cercana le rendían
homenaje cada año sacrificando una doncella que arrojaban a las aguas del río.
Tanta importancia le daban a esta ceremonia que invitaban a otras
comunidades a presenciar el ritual.
Así fue como una vez llegó al frente de su pueblo un joven cacique de
nombre Tarova.
Reunidos todos los invitados, fue presentada la muchacha que sería
consagrada al sacrificio, cuyo nombre era Naypy.
No bien la vio, Tarova se enamoró de la joven y su corazón impetuoso se
rebeló contra los ancianos de la tribu. En vano intentó convencerlos para que
no sacrificaran a Naypy. Al no poderlos convencer decidió raptarla y la noche
anterior al sacrificio la cargó en su canoa e intentó escapar por el río.
Enterada de la situación, Mbóy se puso furiosa y su enojo fue tal que
encorvando su lomo, partió el curso del río, formando unas enormes cataratas.
Fue un triste final para los jóvenes a quienes atrapó y castigó. A
Tarova lo transformó en el bosque de árboles que adornan lo alto de las
cataratas del Iguazú y con la cabellera de la bella Naypy creó la caída de las
aguas.
Consumada su venganza se sumergió en el lugar que hoy conocemos como
Garganta del Diablo y desde ahí vigila que los amantes no vuelvan a unirse.
Sin embargo, en días de pleno sol, el arco iris supera el poder de Mbóy
y los une en un abrazo que los amantes disfrutan con especial placer.
FIN
Iguazú: En tupí-guaraní significa “agua grande”. El río nace en la sierra del mar y recorre 1.320 km. hasta la desembocadura, en el río Paraná.
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