martes, 19 de mayo de 2020

María Elena Walsh...



El 01 de Febrero de este año se cumplieron 90 años del nacimiento de
MARÍA ELENA WALSH
(1930-2011)


                                                                                       
Poesías

UN DÍA, POR LA CALLE CARABOBO
                                                                        
   Un día, por la calle Carabobo
se pasea una nena con un globo.
De pronto da un traspié
y todo el mundo ve
que no es Caperucita, sino el lobo.

  

Limericks: Caperucita en la calle Carabobo (María Elena Walsh) – Pakapaka (0:51)

JJJ

HACE TIEMPO QUE TENGO UNA GRAN DUDA

Hace tiempo que tengo una gran duda:
hay una vaca que jamás saluda,
le hablo y no contesta.
Pues bien, la duda es ésta:
¿será mal educada o será muda?




Limericks: La vaca muda (María Elena Walsh) – Pakapaka (0:49)






(En Zoo Loco. Buenos Aires. Alfaguara, 2013).


Ahora vamos a cantar…


CANCIÓN DE BAÑAR LA LUNA (JAPONESA)

YA LA LUNA BAJA EN CAMISÓN
A BAÑARSE EN UN CHARQUITO CON JABÓN.

YA LA LUNA BAJA EN TOBOGÁN

REVOLEANDO SU SOMBRILLA DE AZAFRÁN.

QUIEN LA PESQUE CON UNA CAÑITA DE BAMBÚ,
SE LA LLEVA A SIU KIU.

YA LA LUNA VIENE EN PALANQUÍN                                                           
A ROBAR UN CRISANTEMO DEL JARDÍN.

YA LA LUNA VIENE POR ALLÍ.
SU KIMONO DICE: NO, NO Y ELLA: SÍ.
 


QUIEN LA PESQUE CON UNA CAÑITA DE BAMBÚ,
SE LA LLEVA A SIU KIU.

YA LA LUNA BAJA MUY FELIZ,
A EMPOLVARSE CON AZÚCAR LA NARIZ.

YA LA LUNA EN PUNTAS DE PIE,
EN UNA TACITA CHINA TOMA TÉ.

QUIEN LA PESQUE CON UNA CAÑITA DE BAMBÚ
SE LA LLEVA A SIU KIU.

YA LA LUNA VINO Y LE DIO TOS
POR COMER CON DOS PALITOS EL ARROZ.

YA LA LUNA BAJA DESDE ALLÁ
Y POR EL CHARQUITO KITO NADARA.

QUIEN LA PESQUE CON UNA CAÑITA DE BAMBÚ
SE LA LLEVA A SIU KIU.

(MARÍA ELENA WALSH)








VIDEOS

Música para imaginar: Canción de bañar la luna – Canal Pakapaka (3:33)

Canción para bañar la luna – Canciones de María Elena Walsh (2:50) Leader Visión
https://youtu.be/OMUh_vJXM44



Una leyenda Guaraní



LEYENDA DEL PICAFLOR




     Cuenta la leyenda que una vez hubo una india hija del cacique de su tribu, se llamaba Potí -que en guaraní significa flor-. Era muy hermosa, y estaba enamorada de un indio llamado Guanumby que a su vez la amaba… pero había un problema… el indio pertenecía a una tribu enemiga y como siempre ha pasado en tantas historias su amor era prohibido.

   Pero Potí y Guanumby no querían renunciar a su amor y entonces se veían a escondidas, cada vez que el sol caía, se encontraban junto a los árboles y con la luna como testigo y al resguardo de las hojas, se profesaban su amor en las sombras libremente…

   Era muy escaso el tiempo de sus encuentros, pero no importaba, los amantes aprovechaban cada segundo de su amor… Eran muy cuidadosos… pero no lo suficiente…
Un día, una india de la tribu de Potí, descubrió a los amantes, y como ésta era una mujer que envidiaba a Potí, sin dudarlo denunció el romance. A la pobre Potí le prohibieron ver de nuevo a Guanumby y se aseguraría de ello.

     En cuanto a Guanumby, no cabía de su angustia, le atormentaba no saber nada de su amada, la Luna otrora testigo de su amor, se apiadó del indio y una noche le contó que había visto a Potí, le contó acerca de su gran pena y aflicción… Le dijo que la había visto llorando sin consuelo, que la querían obligar a casarse con otro indio de su tribu, y que entonces Potí desconsolada le pidió al gran Tupá que le arrebatara la vida, que la liberase de su maldita suerte.

     El gran Tupá escuchó su súplica, pero no le quitó la vida sino que la transformó en una flor, esto último se lo contó el viento…

      Entonces Guanumby desesperado le preguntó a la Luna

     -Cuéntame señora ¿En qué flor convirtieron a mi amada?

     -No lo sé y ni siquiera lo sabe el viento…

     Así eran los designios misteriosos de Tupá y nadie podía cuestionarlos

   -¡Oh gran Tupá! Yo sé que reconoceré el sabor de los besos de mi amada en sus pétalos, sé que la podré encontrar…. Escúchame Tupá… ¡Tú lo puedes todo!

    Y entonces Tupá escuchó su ruego y ante la mirada atónita de la Luna, Guanumby se transformó en un pequeño y hermoso pájaro que salió volando velozmente… Era un picaflor… al que algunos indios llaman Guanumby

   Dice la leyenda que desde esa noche, el amante pasa sus días besando flores, buscando ansiosamente el sabor de una, sólo una… la de su amada Potí… y según dicen, aún no la ha encontrado…

FIN




lunes, 4 de mayo de 2020

Leemos un CUENTO...


Mirar la luna
Adela Basch



Una noche de verano sumamente calurosa, una noche de fines de diciembre, salí a tomar aire afuera de la cabaña que ocupaba temporariamente.
La noche era apacible y hermosa. A mi alrededor todo era quietud y en el aire flotaba un no sé qué extraño y fascinante. El cielo estaba totalmente despejado y me pareció un océano lleno de misterios.
De pronto, sin saber por qué, me dieron unas ganas bárbaras de mirar la luna. La busqué y la busqué con la mirada, y nada. No se la veía por ningún lado. Me puse un par de anteojos, y nada. Me los saqué, los limpié cuidadosamente, me los volví a poner... nada.
Recordé que tenía un potente telescopio portátil. Me pasé un rato largo mirando el cielo a través de su lente, pero la luna no aparecía por ningún lado. Ni siquiera opacaba por su presencia.
Nubes no había ni una. Estrellas, un montón. Pero la luna no estaba. Me fijé en el almanaque. Era un día de luna llena. ¿Cómo podía ser que no estuviera? ¿Dónde se habría metido? En algún lugar tenía que estar. Decidí esperar.
Esperé con ganas. Esperé con impaciencia. Esperé con curiosidad. Esperé con ansias. Esperé con entusiasmo. Esperé y esperé. Cuando terminé de esperar miré al cielo, y nada.
Cuando pude sobreponerme a mi decepción, me serví un café. Lo bebí lentamente. Cuando lo terminé de tomar la luna seguía sin aparecer. Me serví otro café. Cuando lo terminé de tomar ya había tomado dos cafés. Pero de la luna, ni noticias. Después del décimo café la luna no había aparecido y a mí se me había terminado el café. Paciencia por suerte todavía tenía.
Consulté las tablas astronómicas que siempre llevaba en la mochila. Eclipse no había. Pero de la luna, ni rastros. Volví a tomar el telescopio. Enfoqué bien, en distintas direcciones.
El cielo nocturno era maravilloso y, como tantas otras veces, me sorprendió mucho encontrar algo que no esperaba ver. Mucho menos en ese momento y en ese lugar. Ahí a lo lejos, entre tantas galaxias con tantas estrellas y tantos cuerpos desconocidos que se movían en el espacio había un pequeño planeta con un cartelito que decía "Tierra". Le di mayor potencia al telescopio y pude ver claramente que en la terraza de mi casa todavía estaba colgada la ropa que me había sacado antes de ponerme el traje de astronauta. Adentro, en el comedor, mi esposo y los chicos comían ravioles con tuco y miraban un noticiero por televisión. En ese momento justo estaban mostrando una foto mía y el Servicio de Investigaciones Espaciales informaba que yo había alunizado sin dificultades.
Me tranquilicé y me quedé afuera, disfrutando serenamente de la noche, mirando todo con la boca abierta, absorta en vaya a saber qué, tan distraída como siempre, totalmente en la luna.

FIN






Leemos un poco de TEATRO



La pesadilla de Drácula
(Fabián Sevilla)

 

ACTO ÚNICO

PERSONAJES:
CONDE DRÁCULA
MISSIS ANDREWS

La coqueta habitación de Missis Andrews, una refinada dama inglesa bastante entradita en años. Hacia un lateral, deberá estar la ventana por donde ingresa el Conde Drácula. El vampiro del comienzo puede hacerse con un títere o un murciélago de plástico, atado de una tanza, lo cual si se nota haría más cómica la situación.)

Es de noche y Missis Andrews duerme pesadamente en su cama de espalda al público. Emite sonoros ronquidos. De pronto, por la ventana entra volando un vampiro que revolotea sobre la cabeza de la mujer. Sin siquiera abrir los ojos, del costado agarra un matamoscas y de un golpe lo saca súbitamente de escena.

DRÁCULA: (Entra todo moreteado y sobándose la cara) ¿¡Anotaron la matrícula del camión!? (Al ver a su víctima durmiendo, se recompone y mientras ríe malévolamente, se envuelve en su capa y desaparece de escena para que el vampiro vuelva a ingresar y revolotear sobre la cabeza de la mujer).

MISSIS: (Otra vez, sin abrir los ojos, del costado agarra un aerosol.) ¡Cómo hinchan estos mosquitos! (Lo rocía y tosiendo el vampiro sale de escena.)

 DRÁCULA: (Entra tosiendo.) ¿Esta es la noche de burlarse del vampiro? Pero la pagará caro… (Sigilosamente se acerca a la mujer, muestra sus dientes y va a morderla cuando la mujer le muestra la cara, toda embadurnada en una mascarilla cosmética.) ¡El monstruo del pantano!

MISSIS: (Se despierta asustada.) ¿Dónde?

DRÁCULA: Ahí, en la cama…

MISSIS: ¿Y usted por dónde entró?

DRÁCULA: Por la ventana. Por donde ingreso todas las noches a las habitaciones de mis víctimas…

MISSIS: Usted debe ser Drácula…

DRÁCULA: (Subraya con orgullo.) ¡El conde Drácula!

MISSIS: Yo sabía que tarde o temprano me iba venir a visitar (Se levanta.) Por eso lo estaba esperando con unos canapés. Es un honor recibir a alguien tan famoso. (Le acerca una bandeja con bocaditos.) Tome, pruebe…

(Drácula duda, pero agarra uno)

MISSIS: Los hice yo misma con una pasta de ajo que me sale riquísima.

DRÁCULA: ¡Ajo! (Lo escupe.)

MISSIS: Supongo que viene a morderme el cuello…

DRÁCULA: (Amenazante.) Supone bien… prepare el cogote.

MISSIS: (Se prepara.) ¡Qué emocionante! Hasta me puse unas gotas de colonia del lado de la yugular…

 DRÁCULA: No, no voy a poder morderla. La colonia tiene alcohol y yo no bebo en horas de trabajo…

 MISSIS: Haberlo sabido. ¿Y ahora qué hacemos?

 DRÁCULA: La vena de la muñeca, puedo chuparle sangre de ahí.

MISSIS: Es que me puse esta máscara bronceadora en todo el cuerpo. Es en base a pepino, aceite de castor y merengue italiano.

DRÁCULA: Tampoco va a poder ser. Tiene merengue y yo no soy dulcero.

MISSIS: ¡Qué pena! Pero debería usarlo, lo noto paliducho. ¿No quiere untarse un poco? El sol está cada día más picante, pero con esto tendrá un bronceado envidiable.

DRÁCULA: No. Quiero chuparle la sangre y volver a mi ataúd bien cenado.

MISSIS: No sé qué otra parte de mi cuerpo ofrecerle.

DRÁCULA: La pierna izquierda (Se la agarra.)

MISSIS: (Intenta zafarse.) ¡No, esa pierna no! Mejor…

DRÁCULA: No le va a doler. Pero mire para otro lado, no me gusta que me vean comer…

MISSIS: Espere, tengo que avisarle que…

DRÁCULA: ¡Silencio que me desconcentra! (Se la muerde, pero sus colmillos chocan contra algo duro.)

MISSIS: ¡Si será cabezadura! Le decía que esa pierna no, es de madera.

DRÁCULA: (Dolorido).- ¡Los colmillos! ¡Los colmillos! Voy a tener que reemplazarlos. ¡Qué dolor!

MISSIS: No sea llorón. Venga que yo se los saco así se le pasa…

DRÁCULA: No, mejor deje.

MISSIS: ¿No me va a decir que tiene miedo al dolor? Un vampiro grandulón como usted (Le ata un hilo al colmillo y mientras sale de escena explica.) Voy a atar este extremo de la cuerda al picaporte de la puerta abierta, cuando la cierre, ¡adiós dolor de colmillo!

DRÁCULA: Mejor me aguanto, el dentista de la obra social para vampiros atiende toda la noche…

MISSIS: ¡Quieto, que ahí va! (Se siente el ruido de la puerta que se cierra. El hilo tira y le arranca la dentadura por completo. Vuelve.) Vio que no era para tanto…

DRÁCULA: (Con la dentadura en la mano.) ¡¿Pero usted me quiere matar?! Busque una estaca y acabe conmigo de un solo tirón.

MISSIS: Fue un accidente…

DRÁCULA: ¿Y ahora qué hago? Me dejó sin cubiertos. Me voy a tener que jubilar.

 MISSIS: O empezar a beber sangre con cañita.

DRÁCULA: O esperar que se produzca algún accidente para ir a ensopar el pancito en algún herido (Llora.)

MISSIS: ¡Cálmese hombre! (Anota.) Aquí le doy el nombre de un sobrino que trabaja en un Banco de Sangre, estará encantado de darle los litros que quiera…

DRÁCULA: (Sin dejar de llorar.) ¡Voy a ser el hazmerreír de los monstruos!

MISSIS: Relájese… déjeme abrir la ventana así el aire le hace bien…

DRÁCULA: No, la ventana no…

MISSIS: (Mientras sale al lateral donde estaba la ventana.) Pero todo en su vida es no… (Descorre la cortina y comienza a entrar el sol.) ¡Uy, ya amaneció! Mire qué sol más bonito…

DRÁCULA: (Se cubre como puede.) ¡Sol! ¡Sol! ¡Soné! (Comienza a derretirse.) ¡Dígale a mi esposa que hoy no me espere! (Muere.)

MISSIS: Vio, yo le dije: si se hubiera puesto mi máscara bronceadora esto no le hubiera pasado.


TELÓN O APAGÓN





24 de marzo

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